OTRA VEZ DICIEMBRE… OTRA NAVIDAD
Llegó diciembre, y yo
estaba preocupado porque al artículo que escribía le faltaba “algo” … y no me
llegaba el toque para finalizarlo cuando, escuchando los comentarios de mis
padres quienes estaban haciendo hallacas en Venezuela, se “hizo la luz” …y “me
dije a mi mismo”: mi mismo, si dejo pasar diciembre, ¿cuándo voy a hablar de mis
historias navideñas? Y allí quedó el artículo que escribía, casi listo, pero
pospuesto para el próximo mes.
Y que mejor manera de
comenzar con este tópico, que recordando la canción mencionada en el título:
“Otra vez Diciembre”, interpretada por el Super Combo Los Tropicales y en la
voz del Volcán de América, Argenis Carruyo. Un par de días atrás, comentaba acerca
de este tema en mi cuenta de TikTok (allí me gusta hacer pequeños comentarios
de determinadas canciones; me puedes seguir como @titico1965) ya que, para una
época tan alegre, me resulta más bien triste su música y su letra… pero, a fin
de cuentas, así es la Navidad… tiempo de alegría, pero al mismo tiempo de
tristeza y de mucha nostalgia; pensado estoy en que definitivamente, a medida
que avanzamos en edad, la época de Navidad crece en recuerdos de momentos
mejores; pareciera que la Navidad anterior fue mejor que la actual… cosas de la
percepción humana.
Como comenté en uno de
los primeros artículos, a muy temprana edad descubrí, por estar de “necio” y
curioso, que el “Niño Jesús” que traía los juguetes, eran mis padres; sin
embargo mantuve este secreto por años hasta que mis hermanitos lo descubrieron
por su cuenta; como “todo ladrón juzga por su condición”, cuando me tocó ser
padre, fui muy cuidadoso para que mis hijos no me descubrieran… aunque siempre
fue sencillo; como esperábamos la medianoche en casa de mis padres o en casa de
mis suegros, cuando salíamos de la casa para acudir a la celebración de la
Nochebuena, a mi “siempre” se me olvidaba algo después de que estábamos
montados en el carro; en ese momento en que me devolvía a la casa, aprovechaba
para colocar los regalos en el arbolito.
De pequeños, una vez
mudados a Maracaibo, solíamos viajar a Paraguaná para pasar allá Navidades y
Año Nuevo. Alternábamos las fechas con las distintas familias, es decir si
pasábamos la noche del 24 con la familia de Papá, esperábamos el Año Nuevo en
la casa de mi familia materna. Y esa costumbre la mantuve una vez que formé mi
propia familia; solo que como mis padres y mis suegros vivían relativamente
cerca, pasábamos temprano por una de las casas, luego nos íbamos a esperar la
medianoche en la casa que tocara según la ocasión, y luego regresábamos a la
otra casa a dar la feliz navidad o el feliz año… era algo estresante, por eso
que disfrutábamos más el 25 y el 01 porque eran menos formales y más relajados.
De las vacaciones
navideñas en mi tierra natal recuerdo las fiestas en casa de mi tía materna en
Campo Shell, particularmente un año en que la bebida le cayó mal a algunos de mis tíos y la cosa casi termina en
trifulca… el único que salió lesionado fue el difunto esposo de mi tía-madrina-comadre,
quien, irónicamente, estaba tratando de calmar los ánimos… estaba convenciendo
a mi Papá, quien ya estaba montado en el carro con nosotros listo para irse,
para que se tranquilizara, pero tenía la mano en el marco de la puerta, y cuando
mi Papá la quiso cerrar de golpe, casi le arranca un dedo.
Cuando pasábamos las
fiestas con la familia de Papá, la cosa era un poco más “húmeda”; al acercarse
el momento del “cañonazo”, arrancaba la “lloradera” por los que ya no estaban
(hay una gaita que me recuerda a los que ya no están, se las recomiendo:
Brindis del grupo Guaco)… definitivamente yo soy un fiel exponente de mi
familia paterna, lloro con facilidad… mis hijas se reían cada vez que yo veía la película “El Padre de la novia” con
Steve Martin; explotaba en llanto en la escena en que el padre, el día antes de
la boda de su hija, recordaba momentos especiales vividos con ella desde su
niñez… por supuesto, en diciembre, y sin ver a mis padres y gran parte de mi
familia desde hace años, es muy fácil verme llorar cada cierto tiempo… para mí representa una válvula de escape, ya que aprendí que si tengo un sentimiento,
lo debo aflorar… si estoy triste, lloro… aunque si estoy muy feliz, suelo
también llorar… pareciera que tengo una cebolla cerca… jajaja.
Ya en mi adolescencia,
teníamos más amistades y una vida hecha en Maracaibo, por lo que viajábamos a
Falcón solo para recibir el año nuevo; pasábamos el 24 en Maracaibo,
compartiendo con los vecinos, y tocando parrandas en sus casas; de allí nació un
mini proyecto de grupo de gaitas que uno de los amigos de la urbanización
bautizó como “Tumba-tumbao”, pero de eso hablaré en otro artículo… el tema que
más disfrutábamos cuando lo tocábamos era “El Marciano” de la Universidad de la
Gaita.
Siempre que viajábamos
a Falcón íbamos muy contentos por la carretera, ante el inminente encuentro con
nuestros queridos familiares después de mucho tiempo sin vernos… esa sensación
se vio empañada un año en que Dios no quiso que nos adelantáramos a nuestro
tiempo de partida de este mundo. Veníamos cerca de Dabajuro cuando a un
vehículo que venía en sentido contrario, se le soltó una rueda y el conductor
comenzó a maniobrar tratando de no colisionar…nosotros veníamos en el último
lugar de una fila de 4 vehículos; el vehículo sin control chocó con el vehículo
que nos antecedía, y lo sacó de la carretera. Nos detuvimos, al igual que el
resto de los carros que estaban cerca y ayudamos a los pasajeros del auto
colisionado, un “carrito por puesto” que cubría la ruta Maracaibo-Punto Fijo;
lamentablemente un pasajero que no se movía, falleció en el accidente según nos
enteramos a través de la prensa al día siguiente… sobra decir que el resto del
viaje fue el más silencioso que hemos hecho; y esa nochevieja fuimos los más callados
durante la celebración.
Las parrandas en Punto
Fijo continuaban hasta el dos de enero; había que seguir la fiesta, aunque a
veces, por amanecer el día primero, me perdía la celebración y la “sacada de
ratón”. El día dos cumplía año mi primo muy querido, pero también hacían
fiestas en el pueblo natal de mi abuela paterna. Una rama de la familia paterna
era muy famosa por las fiestas que hacían el día primero, con juegos y mucha
diversión: La Gilera. Y de las canciones que más bailé en esos días de fiestas
recuerdo “Colé” de la New York Band, “La Comae” de Cardenales del Éxito y el
super éxito “Thriller” de Michael Jackson.
Viene también a mi
memoria que la primera navidad que pasé
lejos de mi familia fue la de mi primer año de estudios en la isla de Margarita, cantaba
(si, cantaba, aunque usted no lo crea; no soy de buena voz, pero soy afinado)
en un grupo de gaitas de esa época en “Laisla”: Son Gaitero, y teníamos una
presentación la noche del 24 en un restaurant a la orilla de la playa, en el
pueblo de La Guardia… como el pago era bueno decidí posponer mi viaje directo a
Falcón para el 31, y así generar unos
ingresos que para un estudiante eran muy buenos… fue también una noche de
navidad muy particular ya que recibimos al Niño Jesús cantándole a 4
borrachitos; el evento tuvo poquísima asistencia, pero nosotros hicimos el show
como si estuviéramos en una Feria de la Chinita… puro profesionalismo. Por
supuesto el tema favorito era “La Cachúa” de Estrellas del Zulia, con su
estrofa inicial: Muy buenas noches señoras y señoritas, es la Cachúa que los
viene a saludar, trayendo a ustedes lo mejor de Margarita, para que la bailen
en este lugar”. (era la favorita del público por esa mención de la isla).
No olvido un fin de
año, en que mi tío materno menor, nos invitó a mis primos, a mi hermano y a mí
a pescar al norte de la península. Él tenía un vehículo rústico y nos fuimos,
junto con su pareja, a pescar “guaranaros” (especie de Lisa pequeña) con atarraya,
en cuanta laguna había cercana a la playa. Hicimos el recorrido por la zona
noroeste de la península de Paraguaná, comenzamos en la playa El Pico y
acampamos cerca de Punta Macolla. Allí dormimos en una pequeña ranchería
vacía... yo para ese tiempo ya fumaba y casi me dio un “empacho” porque la
pareja de mi tío y él se quedaron dormidos y ella era quien tenía los únicos
fósforos; los tenía dentro de su pantalón y estaban “hechos un rollo”, es decir
abrazados de tal manera que yo no podía tomar los fósforos… como me estaba
tomando unos traguitos hablando con mis compinches, me tocó prender un
cigarrillo nuevo con el que se estaba acabando… así lo hice hasta que se acabó
la caja… creo que no pude soñar de tanto humo en la cabeza…
Al día siguiente, 31
de diciembre, en la zona de la Macolla, mi primo muy querido encontró una
concha de Argonauta; concha que no es fácil de conseguir y menos en las
perfectas condiciones que ésta estaba… como yo estudiaba Oceanografía y
Acuicultura, el me la obsequió con mucho cariño… años después, él siguió mis
pasos y fuimos colegas, profesión que complementó con un título de Ingeniería
Pesquera, la cual ejerció hasta su partida dolorosa y temprana de este mundo…
que mi buen Dios lo tenga a su lado.
Por cierto, mucha
gente cree que el video de moda en esos años (principios de los 80) del músico
falconiano Colina, “Amándote”, fue filmado en los médanos de Coro; en realidad
fue filmado en esa zona, cerca del faro de La Macolla. (Disculpen la calidad
del video, pero fue el único original que conseguí).
De La Macolla nos
dirigimos a seguir pescando en el Cabo San Román y ya caía la tarde y nosotros
gritándole a mi tío que estaba en el agua que nos fuéramos ya, que teníamos que
vestirnos para recibir el Año Nuevo, pero él se “desconectaba” cuando estaba
pescando y costó un mundo que regresáramos a Punto Fijo…por supuesto el
“zaperoco” que le armaron mi Mamá y mi tía por llegar tarde con nosotros, fue
pa´ coger palco, sobre todo por los chamos.
Ya estando casado,
pasábamos las fiestas navideñas y de fin de año en Maracaibo, alternando entre
la casa de mis padres y la casa de mis suegros. En casa de mis padres,
cuando nos tocaba pasar la navidad allá, teníamos la costumbre de cantarle
aguinaldos y villancicos al Niño Jesús en el pesebre. Aunque entonábamos los más
populares, siempre hacíamos énfasis en la estrofa de “Fuego al cañón”: Esta
casa es grande, tiene 4 esquinas (bis), y en el centro tiene a Bhilla Medina
(mi mamá… jejeje); o la adaptación de mi Papá a un verso de “Corre Caballito”:
los 3 Reyes Magos, vienen en gandolas, porque a los camellos les pesan…. las
patas”.
En casa de los suegros
eran geniales los días 25 o 01, ya que la familia por parte de mi esposa es muy
numerosa y era el día de los “actos culturales”, o sea los bailes que se
inventaban las morochas con sus primas (y a los que siempre se les unía la "cheerleader" mayor, mi querida suegra), o de la presentación del “Tropi
farfullo Banda Show”, el grupo familiar, del cual también hablaré en otro
artículo. También uno de mis concuñados aprovechaba para “ilustrarnos” con su
“música de cámara”: puras canciones de El Gran Caribe, Los Master´s, Los
Brillantes y Los Mundiales entre otras “filarmónicas” … jejeje.
En un par de
ocasiones, no pasamos la Navidad en Maracaibo (por supuesto todo esto antes de
emigrar): la primera vez nos fuimos un grupo de la familia de mi esposa con mis
cuñados para tratar de que nos “pegara” menos la partida prematura de nuestro
sobrinito; tratamos de superar en familia ese momento por lo duro de la
situación y lo sensible que nos ponemos en esta época; la otra oportunidad fue
cuando un primo y yo hicimos reservaciones en Tucacas y pasamos la Navidad en
un resort allá junto a mis padres, mi hermana y sus hijos, dos de mis cuñadas y
una de mis tías paternas con su hija… ese día cambiamos las “pintas” por las
bermudas y los trajes de baño.
Eso sí, pasábamos los
últimos días del año en Maracaibo, pero ya el día dos de enero en la mañana
poníamos rumbo hacia la península de la Amistad para darnos un buen baño de
playa en el nuevo año y para visitar a mis familiares. De la playa nos íbamos a
felicitar a mi primo y de allí pasábamos un par de días de intensa actividad
social; y por supuesto aprovechábamos las ventajas del Puerto Libre para
comprar algunas cositas.
Casi se me olvida
hablar del ritual que más esperábamos en estas fechas: Hacer las hallacas… todo
un compartir en familia; no importaba como quedaban de sabor ni cuantas
hallacas hacíamos; lo importante era el preparar todo, oyendo música, tomando
unas bebidas espirituosas en un ambiente ameno y lleno de algarabía… en casa de
mis padres éramos pocos pero teníamos la maquinaria engrasada… yo apoyaba a mi
Mamá cortando las carnes para el guiso, mi hermana era la experta amasadora, y
hacia hallacas con mi esposa y mis hijas, a veces estaban mi sobrina y mi
cuñada… una de mis cuñadas era la “emergente” amarrando las hallacas junto con
mi hijo…y los demás eran ingenieros de dedos… aunque Papá era muy bueno
“recargando” el suministro. En casa de mis suegros participaban muchas más personas…
allí yo era del team amasador, y nos reíamos mucho con una de mis cuñadas ya
que para el guiso usaban garbanzos y ella, cuando se le subían los tragos, se
comía los garbanzos gritando su frase célebre: ¡Que vivan los garbanzos y las
mujeres de la vida!... jejeje, inventos de ella para hacernos reír.
Como dato curioso, una
de las gaitas que más recuerda la noche de navidad es “Nostalgia Decembrina”
del grupo Birimbao y en la cual interviene el Colosal de la Gaita, Ricardo
Cepeda… y esa gaita fue escrita por el líder de esa agrupación, mi compadre “El
Yerro” en la casa de mis padres, en una noche de parranda…
Pensando en la
nochevieja, la más triste que tuvimos fue un año que estábamos en casa de mis
padres empezando a abrazarnos para darnos el Feliz Año y oí a lo lejos sonar el
teléfono de la casa… en medio de la euforia sentí un escalofrío y un mal
presentimiento; casi de inmediato vi a mi hermana venir hacia nosotros y leí
sus labios cuando me dijo: falleció Tía… una de mis tías más queridas, hermana
de mi Papá, quien padecía una penosa enfermedad, había partido momentos antes al encuentro con
nuestros ángeles... fue un inicio de año bien duro para la familia; ella fue,
junto a mi segunda mamá, las tías que más me consintieron cuando yo era bebé…
la bendición mi tía hermosa, donde quieras que estés.
Para finalizar esta
breve reseña de estas fechas, les comparto que, en una Navidad, Dios me regaló
otra oportunidad de vivir. Fue en el año 1998, yo aún fumaba, y estuve
internado por casi 14 días por una neumonía bilateral que se complicó con un
derrame pleural. Fueron días muy difíciles por mi estado salud, y más
complicados aun porque mis hijos estaban
pequeños y para ellos esos días debían ser sinónimo de alegría; la carga más
fuerte la llevó mi esposa a quien estoy eternamente agradecido por su gran fortaleza
y por ser mi apoyo en ese y en muchos momentos… el día 30 de diciembre, me paré
frente a un altar que había en la clínica y le prometí a mi buen Jesús que si
me sacaba al otro día de la clínica, jamás tocaría de nuevo un cigarrillo en mi
vida… sobra decir que al otro día estaba en mi casa, con una vía para
administrar los antibióticos, pero fuera de la clínica… allí celebramos nuestro
año nuevo, junto a mis padres, hermanos y sobrinos… ese para mí, fue mi nuevo
año 1… Gracias Señor gracias.
Así que, mis queridos
lectores, valoren la vida, cada día es una nueva oportunidad; no dejemos de
compartir con nuestros seres queridos y decirles cuanto los queremos… no
sabemos si la siguiente navidad estaremos en este plano… o en esta tierra, pero
a miles de millas de distancia. Como dice la canción “Kilómetros” de la
agrupación Sin Bandera: Que todo el mundo cabe en el teléfono, que no hay
distancias grandes para nuestro amor, que todo es perfecto cuando te siento, tan
cerca, aunque estes tan lejos. FELIZ NAVIDAD Y MIS MEJORES DESEOS PARA EL 2023…
nos vemos dentro de “un año” … jajaja.
Ruben G. Gil Medina
Franklin
07 de diciembre de
2022
Buenísimo hijo,hasta getie,de alegría por tus ocurrencia y por momentos tristes.tqm.DTB
ResponderEliminarGracias mi amor por me voy hasta el pasado muy bueno con cosas triste pero superadas gracias a Dios bendiciones
ResponderEliminarMuy bueno, como siempre. Que vivan los garbanzos y las mujeres de la vida
ResponderEliminarEspecial mi Tintin, te amo <3
ResponderEliminarNo sé cómo lo haces pero esa memoria tuya es muy buena, yo me pongo hacer lo mismo y casi no recuerdo tanto detalle, gracias por compartir tus vivencias que logran revivir las mías...
ResponderEliminar😪
ResponderEliminarQue bonito y auténtico tu relato Rubén. Felicidades y bendiciones abundantes para todos en este Año Nuevo y siempre . Dlb amigos
ResponderEliminarLo que te quiero titico 💜, las navidades a distancia son duras y se extrañas siempre todo el alboroto que nuestra familia siempre ha sabido hacer. Los amo y extraño inmensamente
ResponderEliminarVernos reflejados en el espejo de vivencias , Decembrinas , nos hace añorar , recordar y entender que debemos ser agradecidos con Dios! .
ResponderEliminarExcelente, Tito Rubén!!, Cómo todos...Recuerdos alegres y tristes en este blog, me encantó!!👍👏👏👏🤗
ResponderEliminarMuy buenos recuerdos primate
ResponderEliminarFelicitaciones por tu excelente memoria, recordar es vivir, que bueno todo ❤👍👏
ResponderEliminarExcelente primo, te felicito por tu memoria, recordar es vivir
ResponderEliminarBendiciones Sharkaround
ResponderEliminarBuenísimo llore y Rei tanto con tu excelente narrativa y la música que me llenó de gratosv recuerdos felicitaciones querido sobrino adelante que lo haces muy bien bendiciones
ResponderEliminarExcelente relato como siempre! Colè, para mi sinònimo de Rosita. RIP
ResponderEliminarHeeeermoso mi primo bello...como buena Gil
ResponderEliminarExcelente primo, admiro tu memoria, muy motivada tu blog👍😍❤
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