SIGAN BAILANDO…Y SIGAN BAILANDO

Dicen los entendidos que la música y el baile han estado presentes en todas las culturas desde tiempos inmemoriales, y que han jugado un papel muy importante en las relaciones entre las personas, independientemente del idioma que hablen. Particularmente durante la adolescencia el baile tiende a facilitar el proceso de socialización, produce una mejora la autoestima, aumenta la confianza, la vitalidad y la motivación de la persona, y favorece los estados emocionales positivos; por eso pienso que el acto de bailar fue un gran aliado durante esa etapa tan especial de mi vida… así que acompáñenme, y sigamos bailando en el tiempo…

A finales de los años 70 y principio de los 80, los maracuchos de mi edad esperábamos con ansias la Feria de La Chinita, principalmente por la tarima que colocaban en la avenida 5 de Julio, una de las principales avenidas de Maracaibo, justo al frente del desaparecido Banco de Fomento Regional Zulia, (conocido simplemente como “Fomento”) y donde se presentaban grandes artistas del momento y se armaban unas rumbas descomunales. En esa época estaba en su apogeo, el estilo innovador de Guaco y sus tamboreras, y era impresionante escuchar, durante sus presentaciones, a miles de personas corear: “Ay yo no sé, por qué será que yo te quiero” (parte del “montuno” de la canción Maracucha) … también destacaba el estilo de La Nueva Generación, entre otros innovadores de la gaita de tambora, como es conocida este ritmo de la gaita zuliana.



Cuando cursaba el bachillerato se puso de moda, entre los bailadores de salsa, el llamado “baile del cuadrito”, curiosa variación que consistía en danzar en círculos pequeños, es decir, como si existiera un cuadro imaginario en el piso y no podías salir de sus límites. Las canciones en las cuales el hi hat (pieza base de la batería, consistente en dos platillos de mismo tamaño que se pueden hacer sonar con baquetas y un pedal) tenía un papel predominante, eran las ideales para bailar el cuadrito, porque sonaban como “continuas”, es decir sin muchos cortes (trato de explicarlo de forma coloquial ya que no somos músicos), por ejemplo el tema “Regresarás” de Carángano, refleja lo que quiero decir;  aunque la mejor referencia para mi fueron 2 temas del estilo que después se conocería como “salsa mayamera”  y que no fueron muy conocidos fuera de nuestro círculo “guapachoso”: “Sólo una” del gran Willy Chirino  y “Hay cariño o no hay cariño” de Frankie Marcos y el Grupo Clouds. Muchos de mis amigos aprendieron a bailar sólo el cuadrito, lo cual tenía su limitante… si tocaba bailar “suelto” quedaban desarmados (el cuadrito no era muy vistoso si se bailaba sin pareja). Pero también tenía su ventaja: era muy fácil aprenderlo, al igual que el merengue básico… en tono de broma se decía que el merengue era tan fácil de aprender, que hasta los “gringos” lo bailaban sin problema.




El Colegio donde yo estudiaba, tenía una sede en Barquisimeto, y todos los años se realizaban intercambios deportivos entre los colegios de ambas ciudades. Yo no jugaba ni “pico pico”, pero no me perdía esos viajes ya que las fiestas que se organizaban eran geniales. Recuerdo particularmente las minitecas que participaban en las fiestas que se organizaban cuando viajábamos a la Ciudad Crepuscular: la T-Connection, y una que tenía un intro muy particular y que no he podido olvidar…. Comenzaba con efectos como de una selva, y la voz grave en off que decía: “desde lo más profundo de la selva, surge el sonido de la miniteca MANDRIL”; años después, viviendo en Margarita, tenía una broma basada en ese intro, solo que decía: “desde lo más profundo de la Península de Macanao, surge el sonido único de la miniteca Malbañao.. ñao…ñao (en esta última parte imitaba el eco) …jejeje.


Cuando los “Guaros” viajaban a Maracaibo se les trataba de retribuir la diversión, aunque siempre fue complicado organizar grandes fiestas como las que nuestros hermanos barquisimetanos hicieron en el “Circulo Militar”, o en el Colegio San Francisco Javier, donde temas como “Designer Music” de Lipps, Inc o “Just The Two of Us” de Bill Withers y Grover Washington, sonaban insistentemente. 



Recuerdo que durante uno de esos intercambios en Maracaibo, decidí invitar a un pequeño grupo de amigos a mi casa para una “fiestecita”; como mi casa quedaba lejos del colegio y la dirección era algo complicada, se me ocurrió elaborar un mapa para que los invitados pudieran llegar sin problemas, y lo distribuí entre los que asistirían a la fiesta… craso error… resulta que esa noche no hubo otra fiesta organizada por alguien del colegio en toda la ciudad y mi mapa se hizo “viral” entre la gente ávida de una fiesta.. yo estaba colocando la música en mi “reunión”, ya que en esa época era un “pichón” de disc jockey (ahora conocido como DJ) cuando me advirtieron mis padres que el patio de mi casa se estaba llenando de adolescentes... fue la locura, prácticamente no se podía caminar, creo que habían mas de 100 personas (y me quedo corto), parecía una feria...  solo sé que me quedé  colocando música, cerré los accesos a la casa (solo podían entrar al baño que quedaba cerca del patio) y que “fuera lo que Dios quisiera”… al otro día me despertó bien temprano mi Papá, visiblemente molesto y me pidió que por favor saliera a la calle y recogiera los “desastres” que ocasionaron los asistentes a la fiesta, ya que no quería tener problemas con los vecinos… vale decir que recogí botellas de cervezas por toda la calle, y el jardín del frente de la casa parecía un campo de batalla, estaba toda la tierra removida… en ese momento caí en cuenta que cuando llegaban las cervezas (me contaron que hicieron varias colectas entre todos los asistentes y compraron muchas cajas), los más precavidos agarraban varias botellas y las enterraban ,para tener su reserva en el momento que se acabaran “las provisiones”.


Y hablando de grandes fiestas, en mi último año de bachillerato se nos ocurrió a un grupo de amigos, organizar una megafiesta la cual se realizaría en las instalaciones del Círculo Militar de Maracaibo durante el intercambio con el colegio de Barquisimeto, y que la promocionaríamos como “Fiesta Pro-graduación (aunque en realidad era nuestro burdo intento de convertirnos en empresarios de eventos). La fiesta sería amenizada por Guaco y la miniteca Soul Train … calculábamos que iba a ser fácil vender todas las entradas aprovechando la cantidad de visitantes del vecino estado, pero llegado el momento de la fiesta el salón lucía casi vacío… Guaco no se iba a montar en tarima sin su pago, por lo que perdimos varios años de nuestra futura vida por el stress que nos generó esa situación… providencialmente empezó a llegar la gente y la fiesta fue un lleno total… me tocó ir varias veces a casa de uno de los organizadores que vivía cerca del sitio de la fiesta y lanzar montones de billetes dentro de un closet, porque no queríamos tener ese efectivo en el club.. gracias a Dios, terminamos “salvados por la campana”. Meses después tuve que abandonar al “grupo de empresarios” porque ya la avaricia se estaba apoderando de ellos: querían organizar un concierto con el grupo “Menudo” de Puerto Rico, nada menos que en la plaza de Toros de Maracaibo, y en plena “Menudomanía”. Menos mal que al poco tiempo y viendo el monstruo de cerca, desistieron de su quijotesca aventura.


Para nuestra fiesta de graduación los “salseros” de la promoción impusimos nuestro criterio en la selección del grupo musical que tocaría durante la gran noche. Escogimos a “La Combinación 77” una excelente agrupación marabina de la época quien nos puso a bailar a todos y nos regalaron (bueno, realmente le pagamos) una velada inolvidable.


Como nota curiosa recuerdo también que a principios de los 80, se puso de moda en las fiestas de la ciudad (y creo que en muchas partes del mundo) el famoso “Baile de los Pajaritos”, una canción de origen suizo en la que los bailadores imitaban el aleteo de los pájaros y danzaban entrelazando los brazos y cambiando de parejas. Era muy cómico ver a todas las parejas en las grandes fiestas, disfrutando y bailando como niños.


De esa época vienen también a mi memoria las vacaciones escolares que disfrutaba en el apartamento de mi tía en Caracas, al este de la ciudad. El Metro y su submundo de ensueño estaba recién estrenado, la ciudad olía a progreso y modernidad, y me encantaba ese ambiente (aunque sólo por temporadas). Estuve durante los Juegos Panamericanos del 83 y aún recuerdo que me gustaba caminar con un primo por el Boulevard de Sabana Grande, disfrutando de su ajetreo y algarabía…  en uno de esos paseos ambos vestíamos, por coincidencia, monos deportivos; en ese tiempo estaba “atlético” y cerca de Chacaíto nos detuvo un grupos de chicas y nos preguntaron a qué delegación pertenecíamos, y como buenos “mamadores de gallo” les  dijimos unas cuantas “mentiritas blancas”… hoy en día, en algún lugar de Caracas, debe estar exhibida en alguna repisa de la casa de una de esas chicas, la foto con los “deportistas” de los Panamericanos… jajaja. En esas vacaciones aprovechaba a visitar y compartir con unas primas de mi edad con las que “bonchaba” en Colinas de Bello Monte y Las Mercedes... en esa fiestas caraqueñas estaba de moda bailar algunas canciones de música disco realizando leves saltos hacia los lados (entenderán que es muy difícil explicar algunos bailes de forma escrita) … recuerdo dos temas en particular con los cuales mis primas se lucían con esos pasos de baile:  “Panic” de French Kiss y “Makin´ it” de David Naughton.



A mediados de los 80, durante otro viaje de vacaciones, pero esta vez a casa de unos primos en Morón, tuve mi primer encuentro con los “tambores”… asistimos  a una fiesta callejera donde de repente empezó a circular mucha “Guarapita” (bebida alcohólica típica de Venezuela hecha a base de jugo de frutas y ron, ginebra o aguardientes) y a sonar la canción “Palo bonito” a ritmo de Tambores de San Millan (años después Chayanne puso de moda una versión de esta canción), y otra vez la bendita sensación de “Billy Elliot” se hizo presente, aunque de forma burda, ya que nunca había experimentado bailar “tambor”.. por supuesto me tocó otra vez practicar mucho en la sala de mi casa para aprender a bailar también este ritmo.



Por esos años también conocí y aprendí a bailar algo de “Soca”, ritmo típico de las Antillas, cuando iba con mis primas a las fiestas de carnavales que se organizaban en Campo Shell... recuerdo mucho un grupo de Aruba, Cryptus Confession, quienes eran la sensación en ese momento … tiempo después el grupo zuliano Kurare puso de moda en las fiestas marabinas la canción “Oh Si...” con ese ritmo pegajoso.  Aunque la referencia más reciente es la canción de los 90 del Grupo Soca Boys, “Follow the leader” basada en un juego de niños, donde el líder hace un movimiento y todos los siguen, algo así como” Simón dice” …y en esta ocasión, “Tito” dice (Tito soy yo, por si se les olvida), que se mantengan en “pausa” hasta la 3ra entrega de esta saga “danzarina”.


PENDIENTES…FALTA LA ÚLTIMA PARTE….

 

Ruben G. Gil Medina

Franklin

17 de junio de 2022
 

Comentarios

  1. Bueeeeniiisimo... Barquisimwto... yo si fui a jugar...y también baile que jode el Makin it...soy la reina del pasito para atrás

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  2. Excelente escrito, cómo siempre, esperando la.oarte final.

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  3. Como siempre, buenisimo! Disfrutando cada uno *.*

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  4. Que bueno Tito!, Que buena memoria, que Dios te la conserve🤗

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  5. Excelente mi querido Tito, tienes unas experiencias increíbles y una excelente memoria

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