"ER"CHIVO CRIMINAL...O CRÓNICAS DE ALGUNOS DELITOS EN LA VENEZUELA DE LOS 70

 


Hay miedos que se generan durante nuestra infancia y suelen acompañarnos durante diferentes momentos de la vida, e incluso durante toda la vida; al menos que los enfrentemos en algún momento. Muchos de éstos suelen ser infundados, pero hay otros que son reales y contra los cuales nuestro organismo desarrolla señales de alerta o condicionamientos para defendernos, algo que viene desde nuestros antepasados, por aquello de la supervivencia. Me refiero, por ejemplo, a la circunstancia de ser víctima de un delito, o estar en presencia de un hecho delictivo… el miedo está implícito y es justificado. Eso me lleva a recordar la primera experiencia en la cual la acción del hampa me marcó por mucho tiempo. Sucedió a principios de los 70, cuando estábamos recién mudados a Maracaibo. El Oeste de Maracaibo, en esa época, estaba comenzando a llenarse de nuevas urbanizaciones de clase media, construidas donde anteriormente existieron granjas y “hatos”. Cada nueva urbanización que se construía estaba rodeada de barrios, algunos con años de historia y gente buena y decente, pero otros tantos con mucha gente que recién llegaba a la ciudad y que no tenía muy buenas costumbres. Por supuesto, como en toda zona recién construida, la soledad que existía en las calles de las urbanizaciones era impresionante, por lo que se solía contratar el servicio de “guachimanes” (vigilantes informales, del inglés Watch Man) para cuidar y vigilar, sobre todo en las noches. Pero durante el día, las viviendas solían quedar solas (en las horas que la gente trabajaba y los niños estaban en clases), es decir, quedaban “a la buena de Dios” en lo que a estar protegidas del hampa se refería.

Pues, todo transcurría normal en nuestra urbanización y en nuestra casa, hasta un día que fuimos a la playa, específicamente a Caimare Chico, una playa situada en el Golfo de Venezuela, en la Baja Guajira. A ese paseo viajamos acompañados por otras dos familias, ambas constituidas por compadres de mis padres y sus hijos. En muchas ocasiones se juntaron las tres familias para compartir y disfrutar de una amistad que se remonta a los días que vivíamos en Paraguaná y que se ha mantenido por casi 60 años. 

En esa época no existía el puente sobre el río Limón y para trasladarse hacia la Guajira había que pasar el rio usando los antiguos ferris que transportaron pasajeros desde la Costa Oriental del Lago a Maracaibo y viceversa, antes de que se construyera el Puente sobre el Lago. Quienes llegaron a realizar ese viaje deben recordar la larga espera, el fuerte olor a gasoil en las riberas, y, sobre todo, a los jejenes (especie de mosquito de manglar), que, en horas del amanecer o el crespúsculo, llegaban por miles a picar sin medida, volviendo loco a todo el mundo. 

En esa época aún existía un hotel muy bonito en Caimare Chico, con piscina incluida, al cual años después se tragó la arena (aunque creo recordar que en los años 90 volvieron a habilitarlo por un tiempo). Por supuesto, tal viaje, atravesando el rio de ida y vuelta, se extendía por todo un día. Regresamos a casa ya entrada la noche… recuerdo como si fuera ayer que en el barrio que estaba detrás de la casa, había un pequeño parque de atracciones, de esos que van itinerantes por todo el país, y sonaba muy fuerte en los altavoces la canción del Grupo Bota “Papa Low”. Mis primos en Campo Shell tenían varios discos de esa agrupación, de la cual me hice fanático y que tocaba una especie de Latin Funk y además se caracterizaba, por interpretar varias canciones de nombres extraños y que eran vocalizadas en una especie de jerga que solo ellos conocían… títulos como el ya comentado Papa low, Bambelé, Yanohama, Guarishuguara, Acaracawinkiri, Amicavoyarrococo, Loyanondibayon, Sanahy, Voukem, formaban parte de su repertorio.

Ahora bien, cuando llegamos a la casa, ésta estaba a oscuras (salimos bien temprano en la mañana y olvidamos encender las luces) y al estacionar dentro de la casa, en el área del garaje, mi Papá se percató de que había ropa regada por todo el patio, como si se le hubiera caído a alguien al salir a la carrera. Yo lo seguí cuando fue a revisar el patio, solo para descubrir que la ventana de su cuarto había sido forzada y que nos habían robado. De verdad que  una escena así es impresionante para cualquiera, y mas para un niño de mi edad (aún no tenía 10 años)… las protecciones de las ventanas dobladas, las habitaciones llenas de ropa y papeles desperdigados por todo el piso… hasta restos de comida por toda la casa;  en síntesis , la majestad de nuestro hogar mancillada por unos extraños, quienes por cierto, debieron ser niños o adolescentes, ya que el espacio abierto entre las protecciones de la ventana solo permitían el paso de una persona pequeña, por  lo que inferimos de que se trataban de vulgares rateritos.

En ese momento recuerdo que sentí temor, pensando que podían regresar los ladrones en cualquier momento (por la hora mi Papá pudo apenas enderezar las protecciones, pero aún faltaba reforzarlas), y me los imaginaba durante el robo, revolviendo todo y disfrutando mientras revisaban nuestras pertenencias y esa imagen me generaba más ansiedad. Ese día y los días siguientes tuve problemas para conciliar el sueño y por un buen tiempo estuve muy nervioso. Creo que un par de años después volvimos a ser visitados por los cacos y nuevamente volvieron mis temores.

Temores que se vieron alimentados, por lo que constituía el espacio “vedado” dentro de nuestra casa: la sala-comedor. Nos acostumbramos a entrar en la casa por la puerta que daba al patio y al garaje; el frente de la casa tenía dos puertas:  una puerta principal y una puerta corrediza auxiliar, pero la costumbre era no abrir ninguna, sólo se hacía durante los días de limpieza. La sala-comedor estaba separada de la cocina (donde teníamos un pantry y allí almorzábamos los 4, porque Papá trabajaba en la Costa Oriental y almorzaba por allá) por una puerta que conducía hacia el pasillo que llevaba a las habitaciones, y por otra puerta abatible que daba hacia la cocina. Para que no ensuciáramos la sala y los muebles (no entiendo por qué, si éramos muy tranquilos) ambas puertas solían estar cerradas, por lo que era muy raro que entráramos hacia esa parte de la casa; sólo en ocasiones especiales (una visita, una celebración o una cena).

Fue tanto el misterio de esa zona encerrada que en una oportunidad que estaba mi padrino en la casa conversando con mis padres en la cocina, mi Mamá me pidió que buscara algo en la sala; mi primera reacción fue decirle que no, ya que tenía pavor de entrar allí, además era de noche… ella insistía, y yo me negaba (cosa que en mi época era imposible pensar que sucediera;  quien osaba a tal acción, era candidato seguro a un “tate quieto”) hasta que tuvo que intervenir mi padrino, el cual se dió cuenta que yo estaba aterrado,  y le sugirió a Mamá, como médico,  que no me obligara a hacer eso, y que más bien me permitiera  pasar a la sala con más frecuencia y durante el día para que se me quitara el temor… vale decir que después no salía de la sala; mi papa compró un equipo de sonido y lo colocaron allí, y cuando empezó mi pasión por la música, ese era mi sitio preferido de la casa… también sirvió de pista de baile, cuando me tocó enseñar a bailar salsa a mi hermana, y a cambio, ella tenía que ayudarme a practicar mis pasos de disco-music, al ritmo interminable de “How much, How much I love you” de Love and Kisses;  o mis coreografias de rock and roll, en la época que estuvo de moda la película Grease, bailando y haciendo acrobacias escuchando  “Rock and Roll is here to stay” de la banda sonora de esa película; además, tenía que llevarme de chaperón a las fiestas a las que la invitaran. Un trato justo.


Continuando con las historias de “cacos”, otro modus operandi de los ladrones de esa época, y del cuál escuché con mucha frecuencia, era el de dormir a los miembros de una casa para así poder desvalijarla. En esa época, aun no se masificaba en Maracaibo el uso del aire acondicionado, y se acostumbraba a utilizar ventiladores y a dormir con las ventanas abiertas. La leyenda urbana cuenta que los ladrones introducían a través de las ventanas unas largas varillas con un trapo impregnado de cloroformo en el extremo y de esa forma dormían a todos los integrantes de la familia para poder robar después. También era común ver por las trillas de arena que se dirigían a las barriadas contiguas, a jovencitos cargando con electrodomésticos, producto de los robos que cometían.



Pero lo mas peligroso en los años 70 en Maracaibo era poseer y manejar un vehículo rústico o una camioneta… recuerdo una publicidad de un modelo de la empresa Toyota, que tenía el Slogan “el sueño de un Samurái” … jocosamente la gente decía que esos autos eran el “sueño de un Guajiro” ya que, lamentablemente, en muchos de los incidentes de robos de ese tipo de vehículos estaban involucrados algunos elementos indeseables de esa raza que no representaban la idiosincrasia de ese noble pueblo. Recuerdo que hubo muchos crímenes atroces contra propietarios de esta clase de automóviles.

En otro orden de ideas, a finales de los años 70 y principio de los 80, muchos habitantes de Maracaibo solían viajar a la población fronteriza de Maicao a adquirir diversos productos como: electrodomésticos, licores, lencería, delicatesses y mercancía seca, ya que esa ciudad fronteriza colombiana gozaba del régimen de Puerto Libre. Cada fin de semana eran interminables las caravanas de vehículos entre Maracaibo y la Frontera, y abundaban las historias de atracos y emboscadas a los viajeros y turistas en el trayecto. También fue una época donde el contrabando estaba en pleno apogeo y representaba uno de los medios de subsistencia de nuestros hermanos Wayús (Guajiros), los cuales instalaron un gran mercado en la población de El Moján,  donde se conseguía casi todo lo que se vendía en Maicao, algo mas costoso, pero sin tener que correr el riesgo de atravesar la Guajira y la zona fronteriza. Muchos recordaran los caramelos Fruna, los quesos amarillos de bola y otras exquisiteces que se vendían en ese mercado.

Por supuesto, los viajeros incautos solían ser timados por muchos vendedores en Maicao. Una de las estafas más frecuentes sucedía  cuando la gente compraba los televisores a color, por ejemplo, los Triniton de Sony (en esa época la señal abierta de TV en Venezuela era en blanco y negro, pero se colocaba un tipo de filtro en estos televisores y se podían ver los canales a color), los cuales, en algún momento de proceso de compra, eran sustituidos en las cajas donde se suponía que venían,  por piedras, bloques o algún objeto pesado, y la persona se enteraba del fraude al llegar a Maracaibo. También abundaban las imitaciones que engañaban a cualquiera. Papá fue víctima de uno de esos timos, cuando llegó emocionado a contarme, que había comprado a muy buen precio, una botella de Paco Rabanne, un perfume muy de moda en la época, pero cuando lo revisé bien le dije que lo habían engañado: el perfume olía parecido y el logo era igual, pero el nombre decía DON PACO… jejeje. También solía pasar con los cassettes, la gente creía que compraba la marca TDK, cuando en realidad le vendían la falsificación KDK; o un reloj Seiko que resultaba ser Aseikon. Definitivamente, hubo mucho pillo en esa época.

De esa época de viajes “Maicaeros” recuerdo también que los adultos hablaban de la adulteración de los licores: el whisky adulterado era tema de conversación frecuente. Mis padres viajaban cada cierto tiempo de compras, ya que tenían unos amigos militares apostados en Fuerte Mara, por lo que aprovechaban para viajar de forma segura por esa zona, acompañados por sus amigos. De esa buena época recuerdo una canción que estaba de moda y que me ubica en esos días, y que además me hace recordar al Don Paco:  Baby Come Back del grupo Player. Y por supuesto, con la TV a color vino la fiebre de ver los domingos en la noche el famoso The Midnight Special, un programa donde se presentaban en vivo los mejores artistas de la época y cuyo tema principal lo interpretaba Johnny Rivers. Recuerdo mucho la presentación de Captain and Tennille y su tema “Do that to me one more time” y la de Barbra Streisand interpretando “Evergreen”, tema principal de la película “Nace una Estrella”, en su versión de 1976, con Barbra y Kris Kristofferson (esa fue la 3ra versión de le película; la versión más reciente fue la del 2018 con Lady Gaga y Bradley Cooper).



Ahora que lo pienso bien, hubo un hecho delictivo que me impresionó fuertemente y que sucedió antes de ese primer robo a la casa: el secuestro y posterior asesinato del niño Carlos Vicente Vegas Pérez, hecho sucedido en Caracas en 1973. Y lo digo porque el caso ocupó todos los titulares durante varios meses, y porque me llamó mucho la atención que le sucediera a un jovencito apenas unos años mayor que yo. En la televisión aparecían varios de los involucrados en el caso, todos con pinta de “hippies”, pero los más mediáticos siempre fueron, y aun suenan esos nombres en mi cabeza, “Caramelito” Branger y el “Chino” Cano… época de la patotas del este de Caracas, como comenté en uno de los artículo previos; de música psicodélica y de mucha droga. Este episodio triste en la historia de nuestro país fue magistralmente narrado en forma algo fabulada por el comisario Fermín Mármol León en su obra “Cuatro crímenes, cuatro poderes” y llevada a la pantalla años más tarde por Román Chalbaud en su éxito cinematográfico “Cangrejo”. Siempre que viajaba a Caracas a casa de mi tía que vivía en Santa Paula, zona cercana a donde sucedió el secuestro, recordaba ese horrendo crimen, que, como muchos otros en nuestro país, quedó sin resolver, producto de artilugios legales o falta de voluntad por lo que representaban en su momento los involucrados (poder económico, político, religioso o militar) … como diría el Comisario León (Miguel Ángel Landa en la película Cangrejo): “Dura Lex, sed Lex” (La ley es dura, pero es ley).



Ruben G. Gil Medina

Franklin

16 de mayo de 2022

Comentarios

  1. Excelente mi Tintin👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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  2. Muy tranquilos mis niños.. sobretodo René

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  3. Mi hermano excelente tu memoria y cronología de esos años.heran así muy bueno 👍

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  4. Me quede con ganas de saber mas, cuantas cosas vividas hace tanto tiempo ya, muy bueno tu relato , te felicito !!

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  5. Excelente me refrescaste la memoria.

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  6. Excelente, la verdad es que es muy fácil recorrer nuestra infancia y adolescencia de tu mano. Que maravillosa formar de narrar tantas vivencias comunes ❣️❣️❣️❣️Gracias Ruben

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  7. Muy interesante y tremenda memoria.

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  8. Tan bello mi hermano... mi profe de salsa jajjaja

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  9. Felicitaciones Ruben, muy amena narrativa

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  10. Siempre disfrutando tus cuentos, y mas imaginandote a ti mientras los cuentas! Orgullosa de ti papi!!

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  11. Dios te guarde esa memoria primo… jajaja buenísimos

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  12. Cómo puedes recordar tantas cosas es que si me metiera en esa época con tus narrativas excelente 👏

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  13. My friend, muy bueno y divertido. Esa película de los Tres Alegres Compadres es todo un clásico, muchos tramposos jugadores se ven allí, pero lo mejor es el: Uno para ti y uno para mi y los jodia el viejito. Sin duda lo otro es la música que marca; mi paisana Barbra es simplemente Única y Genial. Un fuerte abrazo y siga escribiendo y contando las historias que te den la gana.

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  14. Excelente memoria y narrativa, creo que herencia Gil. Felicidades y bendiciones

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  15. Excelente Ruben, te botaste, un fuerte abrazo, saludos!!

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  16. Excelente Tito!!, Me encantan tus historias 👍👏👏👏

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  17. Dios bendiga tu memoria, de verdad te felicito, provoca más y más.

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